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23 de septiembre de 2012

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La inseguridad de esas primeras sonrisas una tarde de agosto. Un abrazo para calmar la situación, mil escalofríos recorriendo sus cuerpos, de arriba a abajo. Unos labios que le buscan, su sonrisa que se acerca. Un beso. Otro. Y así hasta descubrir que se puede ser adicto a cosas tan abstractas como un beso. Y crees que a partir de ahí, sigue siendo fácil, pero te equivocas. Y todo se complica aún más tras esa despedida. Pero créeme, aquí sigo acordándome de tus últimas palabras y esperándote. Se que volverás.

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