Una lágrima. Otra. Y cada vez más y más. Caen rápido, se deslizan por su mejilla, frágiles. Sueños que se derraman por su cara, promesas incumplidas. Y ese amor, ahora roto, se siente aún más fuerte. Le duele el corazón, pero no el órgano en sí, es un dolor profundo y agudo, indescriptible. Un dolor que parece incurable, inmune a cualquier otro amor.
Ese amor que parecía tan sólido, tan real y tan sincero y que con unas pocas palabras se ha resquebrajado, se ha partido en mil pedazos, se ha esparcido por el suelo y ya no se puede volver a montar.
~Porque cuando un corazón se rompe, ya no importan otros daños.
Seguidores
24 de octubre de 2011
Promesas incumplidas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Gracias por dejar un comentario! ;)